Querido R., muy interesante lo que escribiste, que invita al
análisis y al conocimiento de nosotros mismos.
Pienso que no se le puede echar un pulso a la enfermedad. Saber que
está ahí y que a veces será ella la que mande, pero que
contamos con una serie de medios para que sea su mandato lo más leve
posible: medicación, terapias, familia, amigos. Todo ello puede
ayudarnos en un momento de crisis. La enfermedad puede ganarnos en una
batalla, pero no la guerra. La guerra la ganamos nosotros,
levantándonos cada vez que haga falta, poco a poco y sin perder la
esperanza.
Es en esa lucha en la que los sentimientos de minusvalía van
desapareciendo. Ante la certeza de la fortaleza que tenemos al saber que
el "enemigo" está en casa y al mismo tiempo aprendemos a vivir con
él. Día a día. Cohesistencia pacífica mientras que se pueda.
Un abrazo C.
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