jueves, 27 de marzo de 2008

Bipolares, grandes artistas. ¿Casualidad?

 

 

     Ernest Hemingway y el trastorno bipolar


 
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La bipolaridad es un trastorno tan especial de la conducta y con tantas aristas, que algunos han planteado incluso la posibilidad de que antes que una enfermedad sea considerada un don, debido a la gran cantidad de artistas geniales que la han sufrido.

Sin embargo, a pesar de este análisis –justificable al menos como hipótesis si uno ve nomás la lista de los "enfermos" célebres–, para el paciente no es precisamente placentero padecer este síndrome que, de todos modos, no deja elección: diversas investigaciones hallaron que una importante carga genética determina su aparición. Basta estudiar los casos que se dan dentro de una misma familia, como en la del escritor Ernest Hemingway.

El trastorno consiste básicamente en que la persona sufre los dos polos posibles del estado de ánimo: s alta de la euforia más aguda a la depresión más profunda, muchas veces sin escalas.

"Mientras atraviesa la primera etapa, el paciente pierde la necesidad de dormir, está excitado, con ideas megalómanas, grandes proyectos o con inclinaciones que nunca tuvo, que pueden ser religiosas, místicas o profesionales. El polo opuesto, el de la depresión, es justamente todo lo contrario: la persona está con una actividad disminuida, con el estado de ánimo por el suelo, tiene sentimientos de desolación, desesperanza y sin voluntad para encarar proyectos", graficó Jorge Cóppola, del Instituto Nacional de Psicopatología.

La alternancia de los polos no es necesariamente pareja: se puede tener un episodio maníaco de dos meses y una depresión de una semana.

Claro que esto no es siempre así. Según señaló Sergio Strejilevich, consejero de la International Society for Bipolar Disorders y director de AREA-Investigación y desarrollo en salud mental, en el 40% de los casos no hay oscilación entre polos sino que se tienen síntomas de la serie maníaca y depresiva al mismo tiempo, por eso a veces resulta más descriptivo el término maníaco-depresivo

Del cielo al infierno. Muchos libros se han escrito acerca de que el trastorno bipolar en vez de una enfermedad podría ser un "don", dado el alto porcentaje de genios de la humanidad (y, en general, personas exitosas en sus ámbitos); o al menos una "diferencia" cognitiva útil desde un punto de vista evolutivo.

Según un estudio de uno de los máximos especialistas a nivel mundial en este trastorno, Hagop Akiskal, mientras los bipolares en la población general no pasan del 4% o 6%, entre escritores llega al 50% y entre los artistas supera el 60%.

Sin embargo, Strejilevich insiste en que es una enfermedad. "En todo caso, podría tratarse de un don útil en términos sociales y no individuales, ya que no resulta ciertamente fácil vivir con semejante trastorno", agregó. Y puso como ejemplos los casos de Vincent van Gogh y de Virginia Woolf, dos conocidos bipolares.

"Van Gogh creó obras que hoy todos admiramos pero ni él ni su familia pudieron disfrutar de ese éxito, y Virginia Woolf sufrió tremendamente y tuvo varios intentos de suicido antes del definitivo; sólo escribió en los intervalos de lucidez", precisó.

Por su parte, Cóppola agregó que "cuando están arriba son extremadamente lúcidos y muy ocurrentes... si se quedan dentro de la realidad puede irles muy bien. La cuestión es que en los episodios de euforia puede aparecer también la psicosis y ahí la relación con la realidad es igual a cero. La genialidad se pierde, se hacen malos negocios y aparece el despilfarro de dinero, una de las causas de inhabilitación judicial", remarcó.

Qué tomar

Uno de los grandes vuelcos que tuvo el tratamiento para el trastorno bipolar se dio cuando el médico australiano John Cade descubrió la acción de las sales de litio, hacia fines de la década de 1940. " Cerca del 70% de las personas afectadas por trastornos bipolares puede esperar una recuperación plena y el tratamiento con litio ha demostrado disminuir también la tasa de suicidio", opinó Strejilevich.

Cóppola –uno de los organizadores de la Semana del Paciente Bipolar, que comenzó el lunes 11 y que finaliza mañana– mencionó también que se pueden usar antirrecurrenciales, justamente para evitar los puntos álgidos de los ciclos. Pero Strejilevich disiente fuertemente: " El litio es el gold standard del tratamiento y salva muchas vidas cada año, las otras medicaciones son tan nuevas que no se tiene el suficiente conocimiento como para avalarlas de este modo."

La herencia como problema. Según algunos trabajos de investigación, l os genes involucrados en el trastorno bipolar serían los mismos que aquellos que predispondrían a una mayor creatividad.

Varias familias de artistas son buen ejemplo. No sólo la de Ernest Hemingway, que cuenta con el triste récord de cinco suicidios en tres generaciones de artistas varios, escritores y actrices.

Un estudio del norteamericano Fuller Torrey reportó que en mellizos la concordancia de diagnóstico se da en el 14%, mientras en gemelos (es decir, individuos que genéticamente son clones), la misma subió hasta el 56%.

Claro que el autor de El viejo y el mar y ¿Por quién doblan las campanas?, que se disparó un tiro de escopeta días antes de cumplir 62 años, no tuvo la ventaja de vivir en la actualidad, donde los tratamientos médicos han avanzado lo suficiente como para que la enfermedad no haga desear la muerte.

El litio, que hoy es la principal droga para el tratamiento del trastorno bipolar, funciona estabilizando el ánimo al incrementar los niveles de serotonina (un neurotransmisor), que contrabalancea tanto los picos de euforia como los de la depresión. Así es como con un adecuado tratamiento, la vida de las familias y los pacientes con este problema han mejorado enormemente.

A los niños también. "Los síntomas en los chicos son distintos a los de los adultos", aseguró el especialista Jorge Cóppola.

En ellos, antes que nada, se observa "irritabilidad, una disminución del rendimiento escolar y la disciplina, son menos aplicados y tienen episodios de agresión con los otros chicos y sus maestros. A esto se suman dificultades para dormir, tanto para conciliar el sueño como para mantenerlo", explicó Cóppola, quien informó que últimamente aumentaron los diagnósticos en los más chicos.

Por esa razón, el Instituto Nacional de Psicopatología al que pertenece, organiza la primera Semana del Paciente Bipolar, que se realizará del 11 al 15 de diciembre. La iniciativa tiene como objetivo brindar información sobre el problema específicamente en niños y adolescentes.

"Haremos tests para identificar posibles enfermos", agregó Cóppola. También habrá atención gratuita y orientación por parte de profesionales (informes: Campichuelo 215, tel: 4903-0493 o www.inapsi.com.ar).

De un polo al otro.

* Se trata de una enfermedad del Sistema Nervioso Central, que a fecta aproximadamente al 4% de la población argentina, y se caracteriza por notables variaciones en los estados de ánimo.
* Es un mal que no discrimina por etnia, por cultura o por economía; y se puede diagnosticar a cualquier edad.
* Síntomas de la euforia: hiperactividad, locuacidad, hipersexualidad, ideas de grandeza, planes irrealizables.
* Síntomas de la depresión: apatía, baja autoestima, disminución de la sociabilidad, ideas de culpa y de muerte o suicidio.
 
 
 
 

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martes, 25 de marzo de 2008

SALUD. Vivir con bipolaridad

 

 
 
 
 
Vivir con bipolaridad

Casi dos millones de mexicanos lo padecen, y puede ser una causa de discapacidad, pero si se detecta a tiempo puede ser controlado

Cristina Salmerón
El Universal
Lunes 24 de marzo de 2008

maria.salmeron@eluniversal.com.mx

Se "encienden" y se "apagan", son lo más y lo menos, viven la euforia y luego la depresión... ellos tienen trastorno bipolar. En México, cerca de dos millones de mexicanos lo sufren, según estimó la Encuesta Nacional de Epidemiología Siquiátrica.

Anteriormente este padecimiento se consideraba como "locura", pero ahora se sabe es una enfermedad como cualquier otra, y si se descubre a tiempo puede ser controlada.

¿Cómo reconocerlo?

Varios de los síntomas más visibles del trastorno bipolar ocurren durante la fase aguda de los periodos de manía y depresión. Ambos presentan sintomatología distinta.

La manía bipolar se caracteriza por aumento de la autoestima, falta de sueño, hiperactividad, habla rápida, pensamiento acelerado, comportamiento impulsivo, agitación y agresión, alucinaciones, delirios y pensamiento desordenado.

En la depresión bipolar se presentan síntomas como: sentimientos de tristeza y desesperación, falta de energía, problemas para dormir, falta de apetito, pérdida del interés por las actividades comunes, dificultad para concentrarse, apatía, baja autoestima y pensamientos suicidas.

Martha Ontiveros, médico siquiatra, presidenta de la Asociación Psiquiátrica Mexicana, explicó que una persona bipolar precisa controlar estas fases por las acciones que pueda realizar en cada una. "En la fase de manía, el paciente puede hacer compras compulsivas y endeudarse, su libido aumenta y en ocasiones se involucra en relaciones riesgosas. En la etapa de depresión, puede perder el trabajo o dejar los estudios".

A la fecha, el trastorno bipolar resulta difícil de detectar porque las fases de hipomanía son vistas como algo positivo, ya que se ve a la persona muy activa y productiva. Sin embargo, llega un momento de extravagancia extrema que los familiares pueden notar ya no es normal.

"Otra de las causas por las que el trastorno no es atendido a tiempo es por tabú. Aún se señala a las familias que tienen un integrante con alguna enfermedad mental y éstas optan por negarlo u ocultarlo. Ir al siquiatra no se ve como cualquier consulta en favor de preservar la salud, sino como reflejo de que se 'está loco'", comentó Gabriela Cámara, representante de la red de asociaciones Voz Pro Salud Mental.

La siquiatra apuntó que aunque la bipolaridad se puede manifestar en cualquier etapa de la vida, el mayor porcentaje de casos se descubren entre los 18 y 20 años. "Obtener una cifra exacta sobre el número de personas con bipolaridad es complicado porque la mayoría no sabe que lo tiene. Sin embargo, las estimaciones mundiales, hechas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), establecen que entre 1% y 2% de la población mundial lo padece", dijo Ontiveros.

Tratamiento

Gracias a un exhaustivo proceso de investigación recién se lanzó un medicamento que se toma una o dos veces al día y controla con mayor facilidad las alteraciones del estado de ánimo, síntomas propios del trastorno. Dicho fármaco es la quetiapina, comercializada bajo el nombre de Seroquel XR por los laboratorios AstraZeneca.

Ésta es la primera monoterapia aprobada por la secretaría de Salud y la Administración de Drogas y Alimentos (FDA por sus siglas en inglés) para el tratamiento de la depresión bipolar y manía aguda.

Como contraindicaciones, el medicamento puede provocar somnolencia, un poco de mareo y a veces puede bajar la presión, por lo cual se recomienda estar al pendiente de estos efectos secundarios para quienes comienzan a tomarlo.

Si conoces a uno, ayúdalo

El trastorno bipolar, como cualquier otra afección en un órgano humano, necesita de atención. En México existen opciones para auxiliar a quien la padece. Está el Instituto Nacional de Psiquiatría, que tiene a los mejores especialistas en México y es de carácter público.

Existe Serotel, 01-800-82 20 316, una línea gratuita de atención y apoyo para pacientes con trastorno bipolar y sus familiares.

También está la página: www.bipolar.com.mx, avalada por la Asociación Psiquiátrica Mexicana. En ella se da información sobre el padecimiento, grupos de apoyo y hospitales.



 
 
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miércoles, 5 de marzo de 2008

Fw: [bipolaresasturias] Evita los prejuicios

 

From: candida
Sent: Wednesday, March 05, 2008 11:09 AM
To: ABA
Subject: [bipolaresasturias] Evita los prejuicios

 
 Evita los prejuicios.

No importa tanto lo que pasa, sino como lo interpretamos.
Cada hecho lo miramos con tinte personal.
Confíamos demasiado en nuestros pensamientos.
Creemos tener siempre la razón.

Evita los prejuicios.
Tener prejuicios, es tener la solución antes del problema.
Es creer que tu verdad es igual a la verdad.
Es pensar que tus opiniones equivalen a leyes.
Olvidas que lo que amas no es necesariamente bueno.
Tampoco lo que odias es necesariamente malo.
Tu amor y tu odio surgen de tus prejuicios,
¿Son mejores personas los que piensan como tú?

Evita los prejuicios.
No rechaces lo que Dios ha creado.
No encierres a la gente entre palabras.
Nadie es únicamente negro, gordo, flaco, pobre, extranjero o tonto.
Nadie es exclusivamente bello, inteligente, sensato o compasivo.
Todos tenemos muchos lados, muchos ángulos, muchos polos.
Somos humanos, no somos adjetivos.
Además ¿quién dijo que alguien debe complacerte?

Evita los prejuicios.
No asumas, asegúrate.
No supongas, verifica.
No te adelantes, espera.
No es un pecado ser distinto.
En realidad es una bendición.
Evita los prejuicios.

"EL MENSAJE DE LOS SABIOS"
Renny Yagosesky.
 
 
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lunes, 3 de marzo de 2008

Para José Barcelona: emociones

 

 
 Hola José, leí atentamente el mensaje que enviaste sobre las emociones y te diré que estoy muy de acuerdo contigo.
 
He notado, no sé desde cuando, que no tengo fuertes emociones. Las cosas no me entristecen ni me alegran en demasía. Diría que hay una contención emocional, que me permite estar bien, tranquila, suficientemente satisfecha o resignada con mi vida, pero sin tirar cohetes.
 
Pienso que en mi caso, con esta enfermedad, para mi es lo mejor. Hemos llegado a los extremos más altos de la emoción: de la alegría hasta la exaltación, de la tristeza a la depresión profunda. Quizá la eutimia, nos hace ver que nuestros sentimientos y emociones son bajos, realmente lo son en comparación con otros estados de ánimo que hemos vivido.
 
Yo no me permito exponerme a situaciones de fuertes alegrías o tristezas, al menos, a las menos posibles, pues me da miedo el posible viraje. Además mi cuerpo es un escudo. (quizá por el litio, que tomo)
 
A veces tengo que tener cuidado hasta con la música, que como bien dices, nos puede hacer sentir a tope. Muchas veces tengo que apagar una canción, porque estoy segura que de felicidad también se muere.
 
No me importa demasiado mis carencias emocionales, y si las cosas no son tranquilas que yo pueda llevarlas, te aseguro que paso de todo. Es como recordar una ciudad maravillosa que ya has visitado pero que sabes que no tienes ninguna intención de volver.
 
Estando básicamente bien, con altibajos (días malos) que pienso que casi todos tenemos, me doy por satisfecha.
 
Es difícil saber que tienes que llevar una vida diferente a la de la mayoría, pero cuando aceptas tus limitaciones, yo, solo pido, que dure el mayor tiempo posible.
 
Un abrazo de
 
 

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sábado, 1 de marzo de 2008

Causas de nuestro estrés cotidiano

 

To: ABA
Subject: [bipolaresasturias] Causas de nuestro estrés cotidiano

 Causas de nuestro estrés cotidiano
 
  • Posponer la toma de decisiones. La engañosa tranquilidad que nos invade cuando 'dejamos para mañana lo que podemos hacer hoy', no nos deja ver que nuestro cerebro seguirá activado por ese problema y que las tareas se acumulan hasta que la situación nos sobrepasa.
  • No desconectar de nuestros problemas y trasladarlos de un ámbito a otro. Cada cosa en su sitio y un sitio para cada cosa. Intentar acabar un informe mientras estamos con nuestros hijos no sólo nos estresa sino que reduce en gran medida nuestra eficacia.
  • Me 'preocupo' en vez de me 'ocupo'. Conviene recordar que 'lo perfecto es enemigo de lo bueno'. En demasiadas ocasiones no se halla la solución perfecta, sino la mejor de las posibles o, incluso, la menos mala.
  • Los otros y sus necesidades. También las demandas de los otros, sus ritmos de vida, las expectativas que nos crean y cómo nos responsabilizamos en exceso de sus problemas contribuyen a crear estrés. Aunque resulte duro, la única manera de dejar crecer y madurar a los demás es que se enfrenten a sus dificultades.
  • No delegar. 'Si quieres hacer algo bien, hazlo tú mismo' dice el saber popular. Lo que no dice es que aplicado con desmesura, uno acaba agotado y enfermo. Invertir en enseñar a los demás y darles confianza es una fórmula para llegar al mismo sitio por caminos diferentes.
  • Más tareas y más objetivos. El tiempo no es elástico ni nuestras energías inagotables. La mayor dificultad en tomar una decisión es la inevitable renuncia a tomar cualquier otra diferente. Si queremos hacer algo nuevo, tendremos que dejar de hacer algo que ya estamos haciendo.
  • No saber jerarquizar. Cuando las tareas nos sobrepasan, tendemos a realizar las más asequibles y sencillas, y por ello exitosas, en lugar de atender a las que son más importantes para nosotros. La sensación al final del día es que se está agotado sin haber hecho 'nada'.
  • No compartir los problemas y las emociones. Siempre que hablamos de nuestros problemas les damos forma y los comprendemos mejor. Y si el contexto es de apoyo, nos permite transformarlos en aceptables e integrables.
  • Utilizar estimulantes de forma masiva. Café, tabaco, té o colas aumentan el nivel de activación del organismo, pero también lo estresan.
  •  
     
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    Fw: [webs josé] Fw: [bipolaresasturias] Carne de Psiquiatra (Muy bueno)

     

    Sent: Saturday, March 01, 2008 12:37 PM
    Subject: [webs josé] Fw: [bipolaresasturias] Carne de Psiquiatra (Muy bueno)

     
    No se lo digas a nadie icono gestual

     
    From: candida
    Sent: Wednesday, February 27, 2008 10:32 AM
    To: ABA
    Subject: [bipolaresasturias] Carne de Psiquiatra (Muy bueno)

    Texto de Blue, "Carne de Psiquiatra".
     
    Abajo su blog, por si queréis verlo, es muy bueno:
     
    Sobre una persona (ella misma) con Trastorno Bipolar
     
     
     
     

    Me jode esta forma de vida. Aceptado está que tengo trastorno bipolar y que son las patatas que me voy a comer hasta que muera. Pero hay cosas que todavía se me escapan, esas pequeñas cosas diarias llamadas Hábitos (en mayúscula): ducharse, comer, aseo, mantenimiento del hogar, mover el culo de la silla. A veces todo es normal y automático, parece que soy una persona normal y hago mi vida en la calle como si nada. Pero tantas veces me doy cuenta que si como es porque alguien de mis cercanos me pregunta si lo he hecho y confieso que no, para qué mentir si lo que quiero es mejorar. De que más de una noche, me mandan a la cama aunque sé perfectamente que debo estar durmiendo a medianoche para encontrarme bien al día siguiente. Lo sé y no lo hago. Estoy cansada de tener la sensación de que dejo la vida pasar, esta mañana porque tengo efectos secundarios fuertes, esta tarde porque me da la flojera, de bajar a la calle por fuerza mayor cuando a la despensa le falta café o tabaco. De sentirme enferma, como si estuviese de baja médica, y por tanto, inactiva y sedentaria. En ese punto, cuando tengo un momento de energía, aprovechar para llenar el carro de la compra como si tuviese que aprovisionarme para ¿un mes de depresión? De tener el tiempo todavía fijado en el horario laboral. En un trabajo que no existe donde estoy de baja médica hace años. Porque es el fin de semana cuando me permito ocio, cuando mis amigos que trabajan pueden salir. Porque el domingo por la tarde sigo teniendo la melancolía del "mañana al trabajo" y el sábado por la mañana todavía hago limpieza y compra, como si no pudiese hacerlo entre semana. Muchas cosas cambian cuando estoy acompañada. En su día el psiquiatra me dijo que las comidas no las hiciese sola. Cuando como con alguien, al principio me cuesta, pero soy capaz de comer bien y no ese plato único que a veces como de pie o delante del ordenador. Mucha gente vive sola pero conserva la rutina de poner un mantel en la mesa. Yo no, desde hace mucho tiempo: uso la mesa como escritorio y como en un rincón, o en la mesita del sofá, y a veces me canso al segundo bocado y dejo la fuente casi llena. Cuando estuve muy enferma, a veces ni siquiera podía comer el plato que mi madre cocinaba, expresamente a mi gusto. Luego, por la noche, al tomar las pastillas me entraba un hambre espantosa y entonces era cuando iba a la nevera a comerme mis propias sobras del mediodía al microondas. Por desgracia, esto sigue sucediendo aunque cene bien, pues creí que cenando fuerte luego no tendría tanta hambre. La medicación me deja como borracha a medianoche y debo comer lo que sea, hasta el punto de que he llegado a quedarme dormida con una galleta en la boca. Esto engorda mucho, y por supuesto, mi figura ha aumentado tallas desde que me dedico a esto de ser bipolar, tanto por medicación como por falta de ejercicio y esta mala alimentación. Cuesta mucho cuidarse. Pero no quiero que me cuiden, no por rebeldía sino porque he de pensar que sólo me tengo a mí, aunque tenga familia, porque no quiero ser una carga para nadie y además, tengo ojos manos y pies para hacer yo lo necesario. A veces, o siempre, me falta voluntad para todo. Cuántas veces me he colgado un cartel en la mesita de noche: "levántate, dúchate, vístete" pero no lo consigo. Para qué, si no tengo obligación de ir al trabajo, y me he tenido que inventar trabajos para que las horas no pasen muertas ante la ventana. Me he apuntado a un gimnasio para tener una obligación pero todavía no puedo ser constante en el ejercicio y cuando tengo una semana buena voy pero luego un insomnio me deja tirada y venga a empezar de nuevo. Dicen que soy autoindulgente, y seguro que es verdad. Pero no encuentro motivación y mi autoestima es muy baja. No me quiero, así que debería considerar que cuando tengo la autoestima bien estoy "subida", porque así lo parece. Como siempre tengo el semblante triste, cuando se me ve contenta por alguna cosa buena de la vida y digo "sí" a algún plan que me proponen, la gente se pone en guardia. Los demás siempre están ojo avizor, interpretando cada uno de tus actos como síntomas. A veces no quiero salir porque me da rabia que me llamen porque saben que necesito animarme, porque animarse no es una obligación. Sé cocinar y dicen que bien, pero me cuesta para una sola persona. Sigo comprando comida como si alguien fuese a acompañarme a la mesa. He llegado a cocinar para invitar a mis amigos, muy pocas veces, pero recuerdo una en la que, preocupada por no comer, cociné y conseguí comerme ese plato a base de invitaciones. Me he de inventar trucos para comer, y a veces aunque tenga la despensa llena me siento con la necesidad de ir a comprar algo que vaya a comerme, con los ojos, he de comer he de comer he de comer algo y voy a la desesperada porque sé que lo necesito pero al abrir la nevera, esa sensación de estar hambrienta y de que nada te guste, me pone fatal. El sueño, la comida, el tener actividades diarias. Cada día fallo en alguna cosa importante y la sensación de frustración es continua. Saco fuerzas para no hundirme pensando en que al menos he hecho una cosa de las que tenía apuntadas, gestiones cotidianas, cosas pendientes, responsabilidades civiles. Creo que los bipolares que tienen familia tienen mucha suerte. Obligaciones cotidianas que al ser rutina, lo son para él sin esfuerzo o con el esfuerzo que todas las personas hacen, excepto en momentos bajos. Los que vivimos solos, sin familia, sin trabajo, nos tenemos que obligar a todo, sin motivo "llevo a mi hijo al colegio" para salir de casa, sin motivo "se cena con el telediario y por tanto, a las ocho empiezo a cocinar". La familia es fuente de problemas, pero el solucionarlos, aunque las emociones y la sensibilidad se pongan a prueba, es un ejercicio bueno para el cerebro. "Problemas con la pareja", "problemas con los hijos", "problemas con los suegros": eso es tener vida, vida cotidiana, aunque se sufra mucho a veces, pero es vida. No tienes nada pero muchos darían algo por tenerlo. No tienes nada porque sólo tienes una casa con facilidades para descansar, aseo, y cocina. No has de rendir cuentas a nadie y por tanto acabas fácilmente en la inercia de no rendírtelas a ti mismo. Pero sabes que lo hiciste en un pasado, porque tienes conciencia de que las cosas fueron diferentes en otros períodos de tu vida, y te mortifica el por qué no lo hago ahora. Cuando por circunstancias convives con otros, te redescubres haciéndolo todo automáticamente, normal, pero vuelves a tu soledad y con ella, al abandono. No tienes motivación alguna, por y para ti no haces nada. En suma, creo que no es bueno que el bipolar viva solo, porque además tiene la necesidad de exteriorizar sus emociones a diario. De eso no he hablado, y es muy importante. Por esa razón no defiendo la opción de vivir con un animal doméstico. No puede responderme cuando necesito hablar. He convivido con personas, y siempre he solucionado esta necesidad de forma intelectual. Sé que un perro puede ofrecer comprensión porque empatiza con su amo, pero necesito algo más. Los cambios, cualquier cambio en la vida te lo tira todo abajo. Vuelta al principio. Has suspendido la asignatura. Me jode esta forma de vida, pero no puedo ponerle parches invitando a gente a comer a casa para comer yo, invitando a gente a visitarme para ponerme pilas, acariciando a un perro en vez de a una persona que sí tiene todo el derecho a recibir mi cariño y mis emociones, placenteras si son positivas, y fuente de conflicto cuando fluctúan hacia la irritabilidad o la melancolía. Sé que es difícil convivir con un bipolar, porque uno ha de tirar del otro en tantas ocasiones y eso hastía. Por eso vivimos solos. Y por eso me jode. Y me jodía antes del diagnóstico, también, no hace falta ser bipolar para tener estos problemas y si no, pregunta por alguien que esté soltero o separado, y cobrando el subsidio del paro, porque igual también le jode esa forma de vida.

    Me jode, pero la vivo, así que no necesito ánimos, me los doy yo misma cada día, y publico esto porque supongo que no soy la única que se siente así, o quiero suponerlo.

     
     
     
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    Publicado por José García Méndez para webs josé el 3/01/2008 03:37:00 AM

    " Normas "

     

     

    De: Carne de Psiquiatra. Asunto: Sermón para Blue

    20080228152137-hypercube1.jpg 

    Últimamente has estado leyendo bastante sobre religión, en contra de tu voluntad, pues entre doctrina y doctrina había un tramo de acción en esa novela que te interesaba y devoraste como solías hacer de joven, aunque un párrafo concreto te dejase kaputt, pero seguiste leyendo.

    Te sugiero pues que te tomes esta carta como un sermón, entre tú y yo. Así igual no me haces puñetero caso, pero dicho estará y no te deseo mal alguno. O sí me haces caso, porque hablamos el mismo lenguaje y los hechos están ahí para que si tú no los interpretas, tu amiga Carne de Psiquiatra intente ayudarte al igual que el resto. A su manera, ya sabes que es poco diplomática, por no decir que bastante bruta, pero sabes que es buena gente.

    El otro día creí escuchar en un documental sobre el Tíbet que los monjes budistas tienen 200 normas, y cuando ascienden a un nivel superior, les caen otras 300. Así es como lo recuerdo, y si no es verdad, me da igual que me lo esté inventando: quédate con la idea.

    Tienes información suficiente sobre el Trastorno Bipolar para saber que no te puedes tomar las cosas a la ligera, pues hay normas y reglas de juego. Qué te he de decir que no sepas y hayas relatado aquí. Has pasado por un calvario y ahora estás en libertad condicional, pues ahí siguen monstruos acechando y recuerdos amargos, ya sean diarios o pesadillas. No hay libertad absoluta en este negocio que empezó con tu diagnóstico.

    Te escribo porque "más que algo" me dice que estás incumpliendo algunas normas. Te sientes libre porque estás bien. Debo recordarte que no eres libre, que te sujetan a la cordura y la serenidad algunas reglas.

    La número uno nunca la discutiste: tomarse las pastillas. Si era lo necesario, lo era, tú querías salir de este sufrimiento psíquico que estaba acabando con tu vida y con tu cuerpo. Pero has sufrido entonces además a todas las pastillas, en especial a la píldora S. a la que nunca perdonarás, pero sabes que ha contribuido a tu bienestar actual, aunque tú sólo hayas notado, día a día, sus efectos secundarios, y un serio revés cuando la hipotensión te dejó tirada en la calle con el resultado de una lesión de columna vitalicia. Otras pastillas también te producen efectos secundarios, pero ya tienes experiencia quizá más que suficiente en tu historial sobre el tema, "vamos a probar este medicamento" porque no existe la píldora para el Trastorno Bipolar sino tantísimas veces, un cóctel. La última experiencia, hace casi dos meses... menudos globos con la nueva pastillica, colega.

    A partir de ahí, ya sabemos lo que hay. Los hábitos, la rutina, la psicoeducación. El camino al Nirvana, vamos, con esas 200 normas. Que me perdonen los budistas, pero algo tengo que decirle a la atea de Blue.

    El sueño es la segunda norma para ti. Siempre fuiste ave nocturna, como tantos otros bipolares. La noche era la aliada de tu mente pero ahora te han dicho que debes vivir durante el día y recibir sol. A medianoche, en vez de salir del ataúd, te han dicho que debes meterte en él, después de tragarte las pastillas. Y dormir ocho horas, cosa que puedes hacer sin esfuerzo porque además de estar sedada por las pastillas, siempre lo necesitaste con excepción de aquél episodio raro que llamaron manía en mayo de 2003.

    Y últimamente estás haciendo demasiadas excepciones a ese toque de queda. Ya, ya sé que en este país las películas son programadas para acostarse a la una de la mañana (envidia de esa hora en Canarias), al contrario que otros países, más conscientes del horario laboral y de eso que llaman los ritmos circadianos. Si ves una película, y acaba cerca de la una, sabes que necesitarás media hora para que tus neuronas se relajen, y acabarás en el ataúd a eso de las dos. No, guapa, ya sé que no lo haces cada día y que reivindicas tu derecho a ver una película de vez en cuando, y más si es de las buenas, que escasean. Pero ten presente que al día siguiente, no te levantarás del todo bien, porque si duermes ocho horas, habrán sido a deshoras y tu cuerpo lo va a notar. O dormirás menos, directamente, y tus neuronas no están acostumbradas. Te levantarás con el pie izquierdo y perderás el día.

    Llegaste a escribir que pararías actividad intelectual de 22 a 23 h., para preparar el sueño. Pero claro, ¡es cuando estás más despierta! ¡Cómo cuesta renunciar a eso! Pues mira, acuérdate de esos monjes que tienen 200 normas.

    No es ninguna norma que la vida hay que vivirla y no pensarla. Aunque nos encallemos. Pero hija, pensar dos días en darle al botón de la lavadora y luego que pasen dos horas hasta que la tiendas, tiene narices.

    Tienes un mandato del psiquiatra, tienes que tomar decisiones en aspectos que constituyen tu rehabilitación, en adquirir hábitos sanos. Decisiones que afectan al cómo hacerlo, el qué, ya lo sabes. Vuelve a pensar en la disciplina de esos monjes.

    Por la mañana. Mientras miras a la ducha de reojo y piensas que deberías ducharte, lo que deberías hacer mientras lo piensas es desnudarte y abrir el grifo al mismo tiempo. Entonces, será más fácil que te metas. Has fracasado en la estrategia de la ducha nocturna pues nunca fue tu hábito. Diseña estrategias para triunfar en la ducha diurna. Allánate la vida, es más simple de lo que parece. Cuando te has duchado te dices: porqué no lo habré hecho antes.

    A mediodía. Todo el mundo está comiendo, es tu hora para ir al supermercado. Es una especie de vampirismo también. Esta te la dejo pasar, porque sé que odias las superficies llenas y las colas, con la condición de que si no has comido antes, lo hagas inmediatamente después de esa compra. Búscate la vida, colega, mientras cuidas el colesterol.

    Por la mañana y por la tarde. Mientras te asomas y ves a la gente paseando, y te dices que deberías estar ahí. Mientras piensas y observas, lo que debes hacer es empezar a vestirte. ¿Que no te has duchado? Mala suerte, pasó el momento, game over hasta mañana. Sal a la puta calle y da la vuelta a la manzana, no tienes que llegar hasta el Círculo de Bellas Artes de la calle Alcalá, así que no te preocupes demasiado por lo que te vas a poner. Además, ya tenías previsto el obstáculo de las fobias, por eso te compraste tres vestidos, la opción fácil y menos engorrosa, la opción que oculta tus kilitos de más que tanto te molesta enseñar. No pasa nada, verás gente más gorda que tú en la calle, y lo llevan con dignidad, ¿por qué tú no? Venga, sal.

    Por la noche. No sabes cómo me alegra que últimamente hayas recuperado tu capacidad para leer, pues has devorado en tu vida lo que si contases ahora, serían muchos metros alineados. No cuentes el pasado, es un consejo. Ni al pasado que conoces, tener que acabar ese libro que te ha enganchado, no poder dejarlo para mañana, y acostarse al alba. Sabes que ahora no puedes hacerlo, pero como puedes seguir leyendo sin un reloj cerca, y más si usas la opción de pantalla completa con un e-book, las horas pasan. Y prefieres olvidar que ha pasado la medianoche. Te digo lo mismo que con lo de la tele. Y te recuerdo que debes tomar las pastillas a medianoche como muy tarde, sin excusas. Entonces sí que no podrás leer, escribir o estudiar.

    Menos mal que no te has apuntado a la universidad, como llegaste a especular. Tenía sus ventajas, sí, tienes gratos recuerdos de esa época y de la gente que conociste. Pero podrías volver de nuevo a los hábitos del pasado. Recuerdo que esperabas precisamente a la noche para estudiar o realizar tus trabajos, porque en tu habitación no había ruidos de ningún tipo y siempre necesitaste el silencio. En época de exámenes, eras toda una vampira, y te presentabas en el aula sin haber dormido. Blue llegaba a casa vencedora y exhausta, dormía entonces, y se preparaba para el siguiente examen. Hiciste bien y te diría que ni se te ocurra estudiar, no ahora, eres consciente que con los efectos secundarios tu cabeza sólo soportaría esa carga de alta concentración por la noche, cuando está completamente despejada. No te puedes permitir ese lujo, no hiperactividad mental a esas horas. Repito: pastillas a su hora, y descanso mental. Además, no necesitas estudiar más en formación reglada para la obtención de un título homologado, siendo franca.

    FIN DE LA PRIMERA PARTE

     
     
     
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